miércoles, 8 de junio de 2011

Un día inolvidable ( y II )



Las 21: 08 del 13 de Mayo de 2009. En ese momento se paró el reloj. Se paró el mundo. Se detuvieron los corazones de los miles y miles de rojiblancos que abarrotaban Mestalla. Y de los que estaban en la Athletic Hiria. Y de los que estaban en San Mamés, en el Arenal, en la Plaza de Sestao o en sus hogares tomando una cerveza. Ese momento quedará grabado a fuego en los corazones de todos los seguidores rojiblancos en el mundo.
Yeste saca el córner, y allí como que no quiere la cosa, en la cepa del 2º palo aparece el calvo de Ariznabarra, el obrero del fútbol, el hombre que no era jugador de Primera División, para elevarse entre Xavi y Puyol ( casi nada) y cabecear al fondo de las mallas ante la mirada atónita de Pinto. El gol de Toquero. El gol del Athletic. El gol de todos nosotros.



La foto de aquí arriba refleja probablemente uno de los mejores, si no el mejor momento de mi vida. El momento de mayor éxtasis desde luego. Era mirar alrededor mío y ver el júbilo, la alegría, el alborozo de la gente. Abrazarse con 15 personas que estaban sentadas al lado tuyo y que jamás habías visto en tu vida, pero que en ese momento necesitabas compartir esa alegría con ellos. Mirar a Mestalla y ver como Gaizka Toquero había logrado lo imposible. Nos habíamos adelantado en el marcador ante el mejor equipo del mundo. Y la ilusión que había provocado ese zarpazo jamás se podrá olvidar. Y Toquero, el lehendakari Toquero, tiene ya un hueco en la memoria de todos los Athleticzales hasta el fin de los días.




El sueño duró media hora. Hasta que Yayá Toure sorteó a toda nuestra zaga y con un golpeo seco que se coló entre las piernas de Amorebieta e hizo inútil la estirada de Gorka empató y nos bajó a la tierra. En esa media hora Iraizoz, Iraola, Ocio, Amorebieta, Koikili, David López, Orbaiz, Javi Martínez, Yeste, Llorente y el goleador Toquero nos habían hecho soñar con levantar un título 24 años después. El sueño se esfumaba, sobre todo por como marchaba el partido y el rival que teníamos enfrente, pero yo, estaré eternamente agradecido a estos 11 jugadores, más a todos los suplentes y al cuerpo técnico, por hacerme sentir, al menos durante un ratito, parte de un Athletic txapeldun.

Tras el descanso poco más hay que contar en cuanto al partido. Messi, Bojan y Xavi ajusticiaban a un Athletic que ya había dado lo mejor de sí. Había que rendirse a la evidencia. El Barça, en aquel momento ( y hoy también) era muy superior a cualquier rival. Lágrimas de tristeza y de pena en un primer momento asolaron nuestras caras. Pero fue sólo un instante. En cuanto comprendimos lo que significaba aquel momento para el Athletic esas lágrimas se esfumaron para dejar paso a otro tipo de lágrimas. A las de ORGULLO. Orgullo por ser parte de aquello, por poder vivir ese momento, por ser del Athletic.

Ir perdiendo 4-1 en una final en el minuto 80 y ver que a la hinchada seguidora del equipo ganador no se le escucha y sólo se escuchan gritos de Athleeeeeeeeeeeeeeetic Athleeeeeeeeeeeetic y lo que ya para nosotros es un himno, la marcha triunfal de Aída, bufandas al viento por todo el estadio, no tiene precio. En esos momentos es cuando te das cuenta de que estás ante la mejor afición del mundo.
El partido agotó sus últimos minutos, el Barça se coronó justo campeón, pero eso fue lo de menos. Lo bonito era mirar a la grada. A la afición. Y al campo. Ver como los estandartes del Barça campeón se acercaron a saludar durante un largo rato a la afición rojiblanca en una muestra de admiración y respeto. Ver a Xavi y a Puyol ondeando bufandas zurigorris o a Eto´o portando una Ikurriña. Ver como el mejor equipo del mundo se rendía ante la mejor afición del mundo.







Y también ver como Yeste no aguantaba las lágrimas, como Amorebieta yacía de cuclillas con la mirada empantanada por las lagrimas o como Etxebe, nuestro capitán, lloraba roto de dolor. Dolor por no poder ofrecernos un título que tanto ansiábamos. Y dolor por ver que pese a que no nos pudieron ofrecer la copa, la afición entera se rendía ante los pies de esos jugadores que durante un rato nos hicieron sentir en la cima del universo

Fue un día inolvidable, un día que no nos cansaremos de recordar. Un día para contar a nuestros hijos. El día en el que durante 31 minutos, 11 aldeanos tutearon al mejor equipo de la historia. El día en el que el mejor equipo de la historia nos aplaudió. Una vez más, sólo queda decir, ATHLETIC BETI ZUREKIN.

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